Estoy desganada, un fuerte calor que comienza en mi pecho y me hace sentir sofocada.
No puedo respirar y me invaden las ganas de llorar, tan grandes tan vivas.
Momento en el que pierdo la fe, el deseo y la motivación de vivir, pienso que no vale la pena.
Me interrogo: ¿Qué importaría si...? Pero no tengo el valor ni el suficiente interés de continuar.
Pero lo sigo intentando, aunque no funcione, aunque no valga la pena, aunque me desanime, lo sigo intentando.
Y continúo desganada.
Quiera ser valor y compartirme con todos.
Quisiera ser esperanza y abrazar a quien me quiere.
Quisiera ser olvido y borrar malos recuerdos.
Quisiera ser paz y expandirme en el océano, diluirme con la espuma y tocar los pies ajenos.
Quisiera contagiar, ser masiva, ser epidemia y pandemia incurable.
Quisiera propagarme como el fuego y abarcar todo los bosques.
Quisiera moverme con el viento, ser el aire que respiran.
Quisiera muchas cosas que no puedo tener, porque para todo lo que quiero debo dejarme querer.
Estoy vacía.
No hay amor, no hay deseo, no hay odio, no hay anhelo, ni decepción.
No siento nada.
No por ti, no por ella, ni por él.
Hay un transfondo en cada palabra que sale de tu boca.
Hay una caricia oculta en ese pequeño mensaje.
Y eso te motiva a continuar.
No puedo corresponder a un sentimiento que no tengo. No puedes obligarme a sentir algo que no quiero.
¿El suicidio es tu salida preferida?
Torturar tu alma no hará la diferencia.
Quierete, aléjate de mí.
Sólo destruyo y lastimo. Sólo enveneno y asesino, es mi naturaleza.
He sido creada para causar dolor y tristeza. Para masacrar lo que pueda.
Llamas a la destrucción presionando mi gatillo.
¿Así es como quieres irte?
No llores, sólo dispara. No te arrepientas, necesito explotar. Mis balas están ansiosas.
El escalofrío es más fuerte de lo que esperaba.
No es el sentimiento de culpa lo que me inunda, es la culpa en sí.
Fuerte y espesa, ahogando mis defensas para convertirlas en polvo.
Respiración errática de miedo y frustración. Desesperación.
No es lo que esperaba.
La sinceridad es mi punto fuerte. La tortura es mi aliento.
Me mantiene con vida. El frío y el calor se hacen uno para liberarme.
Pero me gusta esta prisión, la tensión y la presión. Soy presa voluntaria de la agonía.
Sigo sin entender el dolor que causa el amor y es reconfortante no sentirlo.
